Lo que debes saber de la Vaquita Marina


La vaquita marina (Phocoena sinus) es uno de los cetáceos más pequeños del mundo. Las hembras miden 1.5 m y los machos, 1.4 m. Los neonatos pesan 7.8 kg y los adultos hasta 55 kg.

Este mamífero marino es endémico de nuestro país y pertenece a la familia Phocoenidae, compuesta por las marsopas verdaderas, que se distinguen de los delfines por sus dientes en forma de espátula. Externamente se caracterizan por ser más pequeñas, por tener la cabeza y el hocico redondeado y corto, y por poseer una aleta dorsal de forma triangular.

El género proviene del latín y significa “marsopa” y sinus, “cavidad”, en referencia al Golfo de California, donde se distribuye. Comúnmente, también se le conoce como cochito, marsopa vaquita, vaquita, vaquita de mar o marsopa del Golfo de California.

Su dieta se basa principalmente en calamares, camarones y pequeños peces. Se han identificado alrededor de 20 especies que son abundantes en su zona de las cuales se alimentan.

La especie alcanza la madurez sexual a los seis años, con una longevidad de 22 años. Se aparea entre abril y junio, cada dos años o más. La fecundidad es relativamente baja ya que tienen ciclos reproductivos estacionales. La gestación dura 10-11 meses y nacen entre finales de febrero y principios de abril, dando a luz una sola cría, que se caracteriza por ser de una coloración más oscura. La lactancia tiene una duración de 8 a 10 meses. Durante toda su vida, se calcula que una hembra puede tener entre 5 y 7 crías.

No obstante, la realidad es que la vaquita marina es una de las especies mexicanas que se encuentra al borde de la extinción. En la NOM-059-SEMARNAT- 2010 está catalogada como en Peligro de Extinción (P), se encuentra en el Apéndice I de CITES y en la IUCN está en Peligro Crítico de extinción (CR). En este caso, la situación ha sido producto de la confluencia de factores biológicos, ambientales y antropogénicos. Una de las principales problemáticas para la especie es la pesca ilegal del pez totoaba (Totoaba macdonaldi), con el que comparte hábitat, para la cual se utilizan las redes agalleras o de enmalle (de arrastre) y los ejemplares se llegan a atorar en ellas y mueren. Asimismo, la contaminación de su hábitat con de pesticidas y fertilizantes alteran la disponibilidad de recursos necesarios para su supervivencia, el cambio climático ha aumentado la temperatura del agua, lo que obliga a las especies a migrar, incrementando, a la vez, la competencia con otras especies. De igual forma, la tasa reproductiva es baja y su reproducción se complica por el reducido número de ejemplares, lo que, a la vez, repercute en el tamaño poblacional y en la diversidad genética.

Tristemente, a pesar de todas las acciones que se han realizado para lograr conservar a la especie, los esfuerzos han fracasado. Hoy quedan menos de 30 vaquitas en vida libre, principalmente por la alta demanda de la totoaba. Esto nos lleva a reflexionar, ¡qué estamos haciendo mal!, por qué nos importa más el dinero que la existencia de una especie, y no de cualquiera, sino de una que es endémica y además mexicana.


Referencias – para saber más